lunes, 19 de noviembre de 2012

Un asesinato que revolucionó el Sistema-Mundo. Alejandra Guariguata/Oriana Abreu


Índice


ª  La Primera Guerra Mundial. Un asesinato que revolucionó el sistema mundo……………………………………………………………….... Pág. 3
ª  Capítulo I. El detonante de la Gran Guerra……………………….. pág. 8
ª  Capítulo II. El desarrollo de la Guerra……………………………. pág. 17
ª  Capítulo III. Una nueva Europa, un nuevo mundo……………… pág. 25
ª  Anexos………………………………………………………..……….pág. 30
ª  Bibliografía……………………………………………………….…..Pág. 34

  
La Primera Guerra Mundial
Un asesinato que revolucionó el Sistema – Mundo

E
s bien sabido que el Sistema – Mundo moderno, tal como lo conocemos en la actualidad, ha evolucionado con el transcurrir de los siglos. Los acontecimientos históricos repercuten indudablemente en el desarrollo del sistema en sí mismo, tanto interna como externamente.
            El Eurocentrismo[1] como fenómeno, ha sido el principal protagonista y responsable de la gran mayoría de los conflictos originados en los países del centro: Europa Occidental especialmente. En ello ha estado implícita una ambición de poder y riqueza cada vez más fuerte, la necesidad de expansión y apropiación y/o colonización de territorios de la periferia.  Lenin, en su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo cita al historiador Driault específicamente en el capítulo de su obra sobre “las grandes potencias y el reparto del mundo”. Respecto a esto, manifestaba lo siguiente:

Todos los territorios de la Tierra, a excepción de China, han sido ocupados por las potencias de Europa y los Estados Unidos. Debido a esto se han producido ya varios conflictos y ciertos desplazamientos de influencia que no son más que precursores de explosiones mucho más terribles en un futuro próximo. Pues hay que apresurarse: las naciones que no se han provisto corren el riesgo de no percibir nunca su porción y de no tomar parte en la explotación gigantesca de la tierra, que será uno de los hechos más esenciales del próximo siglo (siglo XX). He aquí por qué toda Europa y América, durante los últimos tiempos fueron presas de la fiebre de expansión colonial, del ‘imperialismo’, el cual constituye el rasgo característico más notable de fines del siglo XIX.

            La unificación de Alemania e Italia en la segunda mitad del siglo XIX cambió radicalmente el plano Europeo; estos llegaron tarde al reparto colonial, cuyas porciones más significativas les habían sido arrebatadas por los imperios británico y francés. Tras el hundimiento del segundo imperio de Napoleón III en la Guerra Franco Prusiana de 1870, la tradicional hegemonía de Francia en el viejo continente se puso en duda. A partir de este momento surgió un sistema de bloques en el continente. Precisamente, uno de los objetivos de la política Guillermina (del emperador de Alemania, Guillermo II a finales del siglo XIX) era el de expandirse en África. Después de la Conferencia de Berlín en 1884 – 1885, los alemanes penetraron en África y Oceanía, mientras que los italianos lograron conquistar Eritrea y Somalia en 1890 – 1891 y establecerse en Libia en 1911. Los rusos, por su parte, se expandieron por Asia, donde ya a mediados de siglo habían ocupado la costa del Pacífico, entre los ríos Amur y Usuri. La conquista del Turkestán Occidental y el Pamir, con las llanuras al este del Caspio, completaron esta expansión en 1893; el objetivo siguiente de los rusos era la conquista de Manchuria[2].
            Pero en Asia había surgido un nuevo imperio, el japonés, que había derrotado a China en 1894 – 1895 y que aspiraba también a dominar Manchuria. Con el apoyo de la diplomacia inglesa, Japón declaró la guerra a Rusia (1904 – 1905) y la derrotó. El imperio Japonés obtuvo así la hegemonía en la disputada región China y, además, el dominio sobre Corea, que acabaría incorporándose a este imperio en 1910. Mientras tanto, el imperio Chino se debilitaba.
            Alemania, tras su unificación, era una potencia militar y económica que buscaba aumentar su influencia internacional y crear un imperio colonial. El imperio Austro – Húngaro era su aliado tradicional.
            En lo que se refiere a la rapidez del avance económico de este país, hacemos nuevamente referencia a Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo donde cita al autor de las investigaciones sobre los grandes bancos alemanes, Riesser, que dice:  

“El progreso, no muy lento, de la época precedente (1848-1870) se halla en relación con la rapidez del desarrollo de toda la economía en Alemania y particularmente de sus bancos en la época actual (1870-1905), aproximadamente como la rapidez de movimiento de un coche de posta de los viejos buenos tiempos se halla relacionado con la rapidez del automóvil moderno, el cual lleva una marcha tal, que resulta un peligro tanto para el tranquilo transeúnte, como para las personas que van en el automóvil”.

            Luego comenta que el capital financiero que ha crecido con una rapidez indiscutible, no tiene ningún inconveniente en pasar a una posesión más “pacífica” de las colonias que deben ser arrebatadas, no sólo por medios pacíficos, a las naciones más ricas.
            Estrechamente ligado a lo expuesto anteriormente, introduciremos el concepto de gran potencia, la cual sería un país que cuenta con todos los elementos necesarios para, en la medida de lo posible, garantizar la victoria en caso de que se produzca un enfrentamiento. O bien, el país que posea un potencial de presión tal que le permita obtener, al menos en parte, los resultados de una guerra victoriosa sin haber llegado a combatir[3]. Más concretamente, un país que tiene un gran poder político o económico a escala internacional.
           Para el transcurso de los siglos XIX y principios del XX, Europa se visualizaba en un sistema de bloques construido por Otto von Bismarck, conocido como el canciller de hierro, cuyo principal objetivo era asegurar la supremacía de Alemania. Para aislar a Francia luego de su derrota en 1870, ideó un complejo sistema de alianzas entre Austria – Hungría y Rusia, quienes se enfrentaban en la Guerra de los Balcanes, formalizado con el pacto de los Tres Emperadores[4] firmado en 1873. Aproximadamente unos diez años más tarde, dicho pacto entró en conflicto y se formó la Triple Alianza con Austria – Hungría e Italia; sin embargo, el sistema bismarckiano fue destituido por el emperador Guillermo II, recién ascendido al trono. Bismarck se retiró de la política, pero para entonces ya Alemania se había convertido en la primera potencia de Europa. Esta, al buscar aumentar su influencia internacional y crear un imperio colonial, teniendo además como aliado tradicional a Autria – Hungría, forma junto con esta el bloque de las potencias centrales. Por su parte, ante esta amenaza imperialista, Francia y Gran Bretaña se aliaron para defender su posición de potencias mundiales y buscaron el apoyo de Rusia, formando así el grupo de los aliados.
            Sin embargo, se debe tener en cuenta que agregado a lo expuesto en el párrafo anterior, los países europeos en las décadas previas a la Gran Guerra vivieron una época de fuertes tensiones, rivalidades económicas y coloniales junto con la exaltación del nacionalismo que contribuyeron a la construcción de los bloques y al desarrollo del conflicto balcánico, uno de los principales detonantes de la Gran Guerra.
            Resulta evidente que el conflicto se venía cosechando desde hacía ya varias décadas antes del comienzo de la Gran Guerra en agosto de 1914; sin embargo, parece sumamente curioso el hecho de que las potencias europeas del momento histórico contextualizado en las páginas anteriores, en vista de la enorme tensión entre ellas, se vieran a la espera de cualquier hecho por más insignificante que fuera para desencadenar la riña. En este caso, fue el homicidio del archiduque Francisco Fernando cuyo principal objetivo fue la integración e igualdad de los austro – alemanes y los húngaros del imperio. Pues no solo su muerte, sino la de su esposa resulta una manifestación, absurda de modo individualista pero obviamente muy racional en un orden mundial, de avaricia, deseos de poder y rivalidades. Y desde este punto de vista, es posible analizar la poca importancia que se le ha brindado a la unificación de las naciones sin importar el tamaño de sus porciones de territorio, el reparto equitativo de las riquezas mundiales para el bien de todos los habitantes, fenómeno que por supuesto no es nuevo, se remonta incluso muchos siglos antes del hecho histórico central de la presente investigación documental, y que no ha tenido escrúpulos a la hora de eliminar cualquier obstáculo que se interpusiera entre aquella cultura de lucro que reina incluso hoy por hoy.         
            Dicho esto, presentamos la estructura del presente trabajo en tres capítulos fundamentales: las causas de la Primera Guerra Mundial, su desarrollo en cuanto a operaciones militares, y las consecuencias que esto produjo a posteriori y en el actual sistema mundo, los cuales se presentarán en las páginas siguientes.






Notas

[1] Actitud, postura o enfoque intelectual, historiográfico y de la evolución social, que considera que Europa y su cultura han sido el centro y motor de la civilización. El concepto está estrechamente relacionado con la idea de Modernidad: emancipación, salida de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico, que abre a la humanidad a un nuevo desarrollo del ser humano. (Europa, Modernidad y Eurocentrismo, E. Dussel, p. 45).
[2] Historia Universal visual, El Universal, 2003 p.237
[3] J. S. Michelena (1991). Política y Bloques de Poder. (p. 20).
[4]  En 1872 se celebró una entrevista en Berlín, entre los emperadores Guillermo I de Alemania, Francisco José, del Imperio austrohúngaro y el zar de Rusia, Alejandro II, quien quiso participar también en el encuentro y así nació lo que se conoce como la "armonía de los tres emperadores".

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